10 | 2019

Ce volume est composé de deux dossiers thématiques.

Le premier dossier recueille quelques-unes des communications présentées lors des deux journées d’étude « Femmes en mouvement : histoires, conflits, écritures (Pérou, XIXe-XXIe siècles) » qui ont eu lieu le 24 et 25 septembre 2015 au collège d’Espagne et à l’EHESS à Paris. Elles ont été organisées par Lissell Quiróz-Pérez (Université de Rouen Normandie) et Mónica Cárdenas Moreno (Université de La Réunion) avec le soutien d’EA 3656 AMERIBER et de l’UMR 8168 Mondes Américains. Ces travaux, publiés entièrement en espagnol, réfléchissent aux questions suivantes : quel est le rôle de la femme dans l'espace public ? Pourquoi et comment se sont-elles déplacées lors des périodes de crise ? Comment et dans quelles conditions ont-elles survécu à la guerre ? Et d'autre part, en ce qui concerne la littérature : comment a évolué la femme-écrivain ? Quelles ont été les stratégies pour échapper au contrôle patriarcal à travers la fiction ? Quelles sont les formes du langage que racontent les histoires de ces femmes ?

Le second dossier, concernant les aires culturelles hispanique et germanique, reprend six des communications qui ont été présentées au colloque international tenu à l’université de Rouen Normandie les 16 et 17 novembre 2016, sous la direction de Florence Davaille (CÉRÉdI et ERIAC) et avec le soutien d’un comité scientifique composé des professeurs Daniel Laforest (University of Alberta, Canada), Michel Marie (université Sorbonne Nouvelle-Paris 3), Miguel Olmos (université de Rouen Normandie), Yves Roullière (essayiste et traducteur, Paris), Françoise Simonet-Tenant (université de Rouen Normandie) et Jean-Pierre Sirois-Trahan (université Laval, Québec) : http://eriac.univ-rouen.fr/le-createur-et-son-critique-debats-epistolaires-et-diffusion/.

Femmes en mouvement

“Bajo la doble sombra del velo y el abanico”: La sobreidentificación de la fantasía nacional en Peregrinaciones de una alma triste (1876) de Juana Manuela Gorriti

Carlos Torres Astocóndor


Résumés

El presente artículo analiza una de las escenas más representativas de la novela Peregrinaciones de una alma triste de Juana Manuela Gorriti. Nos referimos a la fuga que realiza Laura para iniciar el viaje interminable por gran parte de Sudamérica. Nuestra lectura busca entender dicha acción desde tres interpretaciones. La primera sostiene que la tuberculosis, enfermedad que padece Laura, se constituye como una metáfora que expresa la represión social que experimenta la mujer ante el mandato social de la época. La segunda propone el viaje como la búsqueda de un conocimiento alternativo, el cual agujerea el saber científico, que permitiría curar dicha enfermedad. Finalmente, la mujer debe ocultar la búsqueda de este conocimiento estratégicamente a través de una pantalla fantasmática ante el hombre, debido a que no puede desafiar abiertamente el mandato social. De esta forma, esta escena sobreidentifica la fantasía nacional, pues coloca en un mismo espacio dos elementos fantásmaticos inconsistentes (el discurso científico y la mujer como el bello sexo) que intentan explicar la singularidad femenina, para intentar socavar el control que ejerce dicha fantasía.

Texte intégral

Introducción

1Los viajes y las expediciones trasatlánticas durante el siglo xix fueron promovidos, generalmente, por los Estados-nación y las empresas industriales en un afán por redescubrir el territorio explorado para satisfacer intereses particulares. Botánicos, etnólogos, comerciantes, empresarios, diplomáticos, militares, religiosos y viajeros de otras profesiones realizaron innumerables viajes por el continente americano con la intención de releer la realidad social y el panorama territorial a través de los nuevos desarrollos científicos o para conocer el territorio recuperado después de la Independencia. En esta lógica, Beatriz Ferrús sostiene que la retórica neoimperialista permite hablar de un segundo descubrimiento de América y la literatura de los viajeros científicos re-imagina el continente e inaugura una nueva narración1. El proceso de relectura de los espacios era una forma de adscripción territorial que constituía o configuraba al territorio. Esta asignación o descripción particular a través de un discurso y prácticas sociales se denomina narrativas territoriales2. Por ejemplo, cuando un empresario viajaba por América, observaba el territorio transitado como el espacio potencial de donde extraer materia o insumos para iniciar o expandir sus negocios. Esta visión particular constituía al lugar observado como un espacio de producción.

2La protagonista de la novela escapa de la lógica descrita, pues la viajera no persigue ni vela por interés del Estado o la empresa, ni busca imponer una adscripción particular al territorio. Por el contrario, huye del mandato social que confina a la mujer dentro del espacio doméstico y busca comprender qué narrativas territoriales asignan los habitantes a los territorios por los que transita3. El presente artículo intentará develar qué implica la fuga de la protagonista hacia su viaje interminable a través de tres propuestas: la tuberculosis como metáfora de represión social; el viaje como conocimiento alternativo y cura de la represión; y el ocultamiento estratégico de todo este saber frente al hombre. Todo ello permite develar el discurso nacional que limita el desarrollo de la mujer en la construcción de la nación a través de las inconsistencias que dicho discurso sostiene.

Laura y su relación con la fantasía

3La novela por analizar, Peregrinaciones de una alma triste, fue publicada en el primer tomo del libro Panoramas de la vida: colección de novelas, fantasías, leyendas y descripciones americanas (Buenos Aires, 1876). En ella se narra el periplo de Laura, personaje principal que padece de tuberculosis, por gran parte del continente americano. Este viaje no es inopinado: gracias a la anécdota que el doctor le cuenta sobre un tísico que sanó a través de viajes interminables, ella decide enrumbar al Callao para zarpar en el vapor más próximo. Narrado en primera persona y en modo confesional, Laura describe las adversidades que atraviesa durante su recorrido por Perú, Chile, Argentina, Paraguay y Brasil. La novela se enriquece notablemente al exponer los problemas políticos, sociales y culturales que ocurren en los lugares periféricos, puntos neurálgicos para mantener con salud a la viajera. El andar constante y el descubrimiento de los espacios alternativos logran develar la mirada civilizadora que el Estado había construido sobre estos con el afán de imponer su agenda de progreso y modernidad. Durante su trayecto, se encuentra con gauchos, monjas, libertarios, militares, esclavas, puesteros, guerreros, etc. Esta diversidad de oficios y condiciones apertura nuevos relatos que se entretejen con el de la protagonista y permiten comprender las diversas condiciones de cada espacio en el que se encuentra.

4Esta no es la única obra escrita por Gorriti que cuenta como protagonista a una viajera. La tierra natal, publicado en 1889, es otro relato que narra las memorias del regreso a Salta, su ciudad natal. En efecto, durante la segunda mitad del siglo xix e inicios del siglo xx, se puede corroborar diversos relatos de viajes escritos por latinoamericanas: por mencionar algunos ejemplos, Francisca Espínola publica, en 1850, Memoria del viage a Francia de una argentina de la provincia de Buenos Aires; Nísia Floresta, en 1864, Trois ans en Italie survis d’un voyage en Grece; Maipina de la Barra, en 1878, Mis impresiones y mis vicisitudes en mi viaje a Europa; Eduarda Mansilla, en 1882, Recuerdos de viaje; Clorinda Matto de Turner, en 1910, Viajes de recreo; Aurora Cáceras, en 1929, Mi vida con Enrique Gómez Carrillo, etc. Los relatos indicados exponen experiencias reales a través de relatos fácticos, lo que difiere con el viaje ficcional que emprende Laura. No obstante, considero que la ficcionalización de este viaje, el cual alude a la huida de La Paz por la muerte de su esposo Manuel Isidoro Belzú, permite develar imaginarios e imposiciones sociales que se construyen desde el aparato estatal hacia la ciudadanía.

5En Peregrinaciones de una alma triste se describe una escena que muchas críticas literarias han observado como el desafío de una mujer a las convenciones sociales. Nos referimos a la huida que realiza Laura del encierro en el hogar, a causa de las prescripciones de un médico que la trata de tuberculosis. La protagonista se apropia de la historia menor de un joven tísico curado a través de los constantes viajes que este realiza, el cual es narrado por el mismo doctor que la atiende. En el segundo capítulo de la novela, el cual se titula “La fuga”, antes de escabullirse de “las manazas de largas uñas” del doctor, Laura le adelanta que se vestirá apropiadamente como una mujer sana y que frente a su transformación él será incapaz de reconocerla:

con un poco de esfuerzo para enderezar el cuerpo, y usted [doctor] con toda su ciencia, no reconocería a su enferma. – ¿Si? ¡Pobrecita!… Aunque se ocultara usted bajo la capucha de un cartujo, había de reconocerla. Qué disfraz resistió nunca a mi visual perspicacia4.

6El texto citado muestra que el médico reafirma el control corporal y la vigilancia de la personalidad material de su enferma gracias a sus conocimientos científicos. Cuando Laura, vestida de guante, saquito de piel de Rusia, con velo, y maquillada con polvos de arroz, emprende la fuga hacia el vapor del Callao, se encuentra con el mismo galeno que la atendía. Sin embargo, este, en lugar de reconocer a su paciente, empieza a piropearla y a destacar su belleza.

Cuál fue mi asombro cuando lo vi contemplándome con un airecito más bien de galán que de médico; y que luego, cuadrándose para darme la vereda, me dijo con voz melosa:
-¡Paso a la belleza y a la gracia! No se asuste la hermosa, que yo no soy el coco, sino un rendido admirador.
¡No me había reconocido5!

7La escena descrita ha suscitado una serie de interpretaciones, las cuales apuntan a leer dicha acción como la desconfianza y resistencia del cuerpo femenino al discurso científico; es decir, se reconoce la fuga de Laura como un hecho que simboliza el cuestionamiento al discurso científico, a través de la medicina, que buscaba someter la corporalidad de la mujer6. Para todas las críticas ya mencionadas, el médico pretende no solo limitar el desplazamiento de Laura, sino también controlar, a través de la ciencia, su condición de vida. Nuestra lectura busca entender esta fuga desde tres interpretaciones. La primera sostiene que la tuberculosis, enfermedad que padece Laura, se constituye como una metáfora que expresa la represión social que experimenta la mujer ante el mandato social de la época. La segunda propone el viaje como la búsqueda de un conocimiento alternativo, el cual agujerea el saber científico, que permitiría curar dicha enfermedad. Finalmente, la mujer debe ocultar la búsqueda de este conocimiento estratégicamente a través de una pantalla fantasmática ante el hombre, debido a que no puede desafiar abiertamente el mandato social. De esta forma, esta escena fundacional estructura la propuesta de la novela: la representación sintomática en la tuberculosis de un estado social claramente represor hacia las mujeres permite el ingreso de un saber no oficial, el cual cura la tisis y permite el atravesamiento de la fantasía nacional que construye un ideal de mujer afincado en el recinto doméstico. Aun así, esta respuesta es ocultada estratégicamente para iniciar el viaje, pues va claramente en contra de lo establecido por el médico. En tal sentido, la escena se entiende como el develamiento de las falencias del proyecto nacional del siglo xix sobre las mujeres, pero antes de describirlo es importante explicar cómo se construye dicho proyecto.

La construcción de la mujer decimonónica en la fantasía nacional

8Las veladas literarias, organizadas por Juana Manuela Gorriti entre 1876 y 1877, tenían como eje central discutir la función de la mujer y la importancia de la educación femenina dentro de la construcción nacional. Dicha preocupación no era ajena a la discusión de los intelectuales liberales en la prensa limeña, quienes “apelando a la sensibilidad republicana y a las pretensiones modernizantes de la élite intelectual y política del país7” veían con buenos ojos que las mujeres se educasen, aunque, claro está, con ciertas restricciones. Ya desde finales del siglo xviii, la prensa periódica se constituía como el medio que el Gobierno empleaba para educar al pueblo y a la mujer con la finalidad de que ejercieran correctamente su papel social. El Semanario Crítico, primer periódico destinado a las mujeres y publicado desde 1791, exhibía consejos sobre la educación de los niños y cómo llevar una correcta maternidad8. La mujer que se construía en la prensa centraba sus funciones en el recinto doméstico como formadora de ciudadanos. Al respecto, las veladas literarias no tenían como tarea “promover la figura de una mujer politizada pero sí el perfil de la lectora y de la autora, capaces de desencadenar, también ellas, profundas controversias9”. Las veladas se aúnan a la discusión nacional sobre el papel de la mujer en la sociedad, pero centrándose en su función de educadora. Más allá del mandato materno y la formación de los ciudadanos, que tenían fortísima relación con el discurso romántico nacional, la querella giraba en torno al surgimiento de la mujer educada, ilustrada, y su legitimidad de lectora y escritora. En efecto, como sostiene Graciela Batticuore, “la lectora y la autora comienzan a legitimarse, vinculadas con una retórica romántica y patriota vigente en las veladas limeñas de Gorriti10”.

9Dentro de las veladas, podemos observar qué reclamos sostenían las mujeres a propósito de la educación femenina y cómo debían llevarse a cabo las mencionadas propuestas. Abel de la Encarnación Delgado, en “La educación social de la mujer”, expone la necesidad de educar a las mujeres para que puedan aconsejar correctamente en las decisiones del marido: “mientras que la mujer no puede estar siempre donde está el hombre ni ayudarlo, siquiera en su opinión ilustrada, en las diversas tareas y cuestiones de la vida11”. Asimismo, reclama que el grado de la civilización se mide según la ratio de acción de la mujer en la sociedad. No obstante, si la mujer se educase en las ciencias, lo haría “sin faltar a los deberes que su estado señala12”, es decir, el cuidado de los hijos, el esposo y la familia. En otros términos, Delgado apuesta por la educación de la mujer para escapar de la “vida monótona y sedentaria” del cuidado de la familia hacia otro estilo de vida que, sin dejar los deberes domésticos, permita influir en decisiones sociales y políticas. Así, dejando atrás la ignorancia y a través del estudio y la educación, dejará de ser sierva y se convertirá en compañera del hombre.

10Fuera de las veladas, Carolina Freire de Jaimes, en una conferencia leída dentro del Club Literario de Lima en 1875, propone reemplazar a la odiosa literata por la mujer ilustrada, aquella que además “de emplear toda su actividad en los dulces y tranquilos quehaceres del hogar, va empujada por esa corriente impetuosa que se llama civilización, hacia la noble senda del saber y del progreso13”. La odiosa literata era la escritora que no se adecuaba al imaginario ilustrado del deber ser femenino. Dicho modelo, en donde Freire usa como ejemplo a Flora Tristán, muestra una mujer excesivamente ambiciosa. A pesar de poseer sagacidad, buen juicio y exactitud en sus observaciones, “cualidades tan raras en el bello sexo, […] había sido encaminada por el destino de la senda extraviada14”. Por ello, en el modelo de feminidad de la odiosa literata se reconoce la elaboración y la erudición, pero se juzga que no se apliquen de forma correcta en los campos que la mujer debería conservar según el mandato social. Por el contrario, la imagen que proyecta Freire sobre la mujer ilustrada es la de una feminidad que suma a sus deberes domésticos la práctica de la lectura y escritura. En tal sentido, dicha mujer potencia sus “virtudes domésticas” gracias a la reflexión intelectual. Mientras que la odiosa literata desperdicia el talento y la educación en ambiciones personales, la mujer ilustrada aprovecha dichos saberes en favor del amor patrio a través del cuidado y educación de los hijos y la familia. Es sobre esta consigna que la mujer ilustrada debe ser el modelo femenino: el ángel del hogar se completa en “la tierna esposa, la cuidadosa madre y la escritora ilustrada15”.

11Además de luchar contra el rezago colonial y el discurso romántico-nacional que suponía a la mujer un elemento esencial en el cuidado y formación de los ciudadanos, el discurso (seudo)científico limitaba su desarrollo intelectual, ya que consideraba que biológicamente era inferior al hombre. En efecto, la identidad y el papel que debía ejercer la mujer en desarrollo nacional eran dictaminados por el hombre sobre la base de los avances científicos y sociales que se transmitía desde Europa hacia América. Por ejemplo, Francine Masiello expone cómo en la Argentina decimonónica algunas investigaciones seudocientíficas intentaron demostrar una supuesta inferioridad de la mujer. Ella menciona que Eduardo Holmberg, médico naturalista y escritor argentino, concluía que la prosperidad de la nación y la familia podrían lograrse a través del control científico del cuerpo y la mente de la mujer. Sostenía la idea de una superioridad masculina y veía en la psique femenina símbolos de caos e irracionalidad16. En efecto, el discurso positivista, mediante la ciencia médica, construía un imaginario social en donde la mujer era relegada al espacio hogareño, ya que era el padre quien asumía el discurso de la ley y el conocimiento (científico)17. En el siglo xix, ocurre la profesionalización de los médicos, lo que generó una desposesión del control del cuerpo femenino y el monopolio gradual por parte de los médicos de la atención de la enfermedad tanto física como mental; es decir, el conocimiento médico afirmó el no-saber de las mujeres sobre sus cuerpos y desplazó el cuidado femenino por otro tipo de relación entre el médico y la paciente, con implicancias de dependencia y subordinación18. De igual forma, para el caso peruano, Benicio Álamos Gonzáles sostiene, en el discurso expuesto en la octava velada y titulado “Enseñanza superior de la mujer”, que el estudio podría masculinizar a la mujer, lo que se vería reflejado en el nacimiento de más hijos que hijas19. En ambos casos, la mujer era privada de la formación intelectual, la cual se convierte en una actividad exclusivamente masculina, ya que ocurre una “asociación ‘científica’ entre actividad intelectual y la masculinización de mujeres20”.

12Además de sostener el peligro que la educación podría ocasionar en la mujer, pues afectaba la reproducción de los ciudadanos, el discurso científico, centrado en la figura del médico, ejercía un control paternalista sobre la corporalidad de la enferma. A través de las prescripciones y recetas limitaba sus desplazamientos, injería en las decisiones familiares y determinaba las acciones correctivas que la enferma debía realizar para alcanzar la tan ansiada salud21. En efecto, el doctor exige a Laura encerrarse constantemente, “quietud, vestidos ligeros, sueltos, abrigados; ninguna fatiga, ningún afán, mucha obediencia a su médico y nada más22”. Por ello, la protagonista sostiene, entre signos de admiración y en plural, la necesidad de huir de dicho espacio adverso, pues minaba su salud y podría ocasionarle la muerte. Asimismo, el Estado también pretendía controlar los desplazamientos de las mujeres y su posicionamiento en la esfera pública. En un primer momento, a inicios de la Independencia, la movilidad social de las mujeres, y la sociedad en general, aumentó debido a la caída del control imperial de los desplazamientos sociales y gracias a la vestimenta de la tapada que usaba la mujer limeña, la cual le “permitía ‘interferir’ en esos ámbitos masculinos, sin poder ser sancionadas, pues su atuendo les garantizaba el anonimato23”. No obstante, en la segunda mitad del siglo xix, el reordenamiento social ejercido por el Estado reubicó a la población y fijó lugares transitables según el género, como el Congreso o la corrida de toros, donde solo podían desplazarse los hombres criollos y en donde era mal visto que las mujeres se movilizaran o fueran solas24.

13Ante tales discursos modernos que controlaban el desplazamiento y la educación femenina, además que las recluía en el ámbito doméstico con el deber de formar la educación ciudadana de los hijos y cuidar del núcleo familiar, Juana Manuela Gorriti apela a la metáfora de la tuberculosis para exponer que dichos discursos, apoyados en la ciencia, podrían “enfermar” a las mujeres, pues impedía su participación social dentro de la discusión sobre el proyecto de la nación y limitaba su función social en trabajo doméstico, la educación de los valores cívicos en los hijos, velar por el cuidado de la familia, etc.

14Con relación a la enfermedad como síntoma de descontento y contención social, Susan Sontag sostiene que así como “la tuberculosis provenía de un exceso de pasión que afectaba a quien pecaba de temerario y sensual […], también se le atribuía a la represión, […] se explicaba a la tuberculosis como el estrago de la frustración25”. Laura, quien padece de tuberculosis, expresa que mejora de salud solo cuando se siente liberada de un cautiverio: “Pero cuando me hube convencido de que me hallaba libre de él, entreguéme a una loca alegría […] todo esto con el anhelo ardiente del cautivo que sale de una larga prisión26”. La causa de la tuberculosis podría configurarse por el encierro y la ausencia de movilidad que Laura experimenta en el tratamiento de su enfermedad, y por el mandato social que limita el accionar social. Por extensión, el discurso científico genera en Laura frustración y represión, ya que al intentar explicar la singularidad femenina dentro del devenir nacional impone un estilo de vida que la limita al espacio privado y la responsabiliza de la formación cívica de los ciudadanos. Asimismo, el Estado ha limitado su recorrido público y ha instaurado espacios por donde una mujer no puede transitar. En consecuencia, la mujer se “enferma” ante tales restricciones y responsabilidades y solo puede alcanzar la salud escapando de aquellos espacios opresores. Así como la tuberculosis exige un urgente cambio de ambiente, Laura reconoce que “dando mi vida al espacio, y bebiendo todos los vientos27” logró alcanzar la tan ansiada vitalidad. En tal sentido, podemos observar que el discurso hegemónico acerca de la función de la mujer limita la libertad de desplazamiento, la decisión de su voluntad y la capacidad de elegir el rol que desempeña en la construcción de la nación. Para la autora argentina, más que formar una mujer comprometida con el “deber ser mujer” exigido por la sociedad del siglo xix, estos discursos nacionales, sostenidos en la ciencia y en el control de los desplazamientos por parte del Estado, genera una mujer enferma que necesita de atención y cuidados, efecto contraproducente a los mandatos sociales.

15Otro caso que revela el uso de la enfermedad como metáfora de represión es el personaje Adelina de la novela Herencia (1985) de Clorinda Matto de Turner. Cuando Adelina se entera de que Ernesto se ha ganado el premio gordo, considera que la realización de su amor se vuelve imposible, ya que su condición de mujer trabajadora de un oficio poco remunerado (costurera) le impide alcanzar un estatus mayor. Ante ello, nuestro personaje se enferma por una tisis del alma, que se percibe como un enclaustramiento emocional: “y solo para mi corazón ha llegado la lobreguez de las tumbas cerradas, frías, calladas28”. Esta situación tensa, que genera la insuficiencia aórtica que termina matándola, es ocasionada por la condición social que impide a una mujer huérfana el desarrollo económico para alcanzar una situación socioeconómica favorable. Esta contención que la sociedad construye para las mujeres aleja su posibilidad de matrimonio con Ernesto y termina muerta de dolor. En efecto, Del Águila visualiza esta ausencia del Estado como una crítica social hacia lo público, pues la falta de un padre o un sujeto masculino desahucia a las mujeres e impide su desarrollo como ciudadana: “Entonces Adelina no muere por amor o por tuberculosis, sino para reiterar un problema sistémico ya que no puede salir de la situación en la que está29”.

16De regreso a la Laura de Gorriti, interesa notar dos aspectos ambiguos que son resueltos en la novela desde diversas posturas. El primero de ellos es el tratamiento confuso que propone el doctor para curar la tuberculosis. Laura debe tomar el arsénico, bebida que cura a algunos y mata a otros. La resolución de este efecto doble y contrario ocurre mediante la ciencia médica. Debido a que el doctor se respalda en el saber científico, resuelve dicha ambigüedad en los efectos curativos antes que en los perjudiciales. Sin embargo, en el segundo caso, cuando narra el caso particular del joven tísico que se curó viajando, el doctor lo cataloga como una excepción, ya que el discurso médico todavía no ha podido explicar dicha situación. Por el contrario, Laura, decide no seguir el mandato médico y se ampara en una decisión que no garantiza su cura; es decir, se apropia del otro tratamiento que se encuentra en los márgenes de la ciencia para alcanzar la salud. Como sostiene Vanessa Miseres, “en el intersticio que la anécdota deja entre la norma y su evasión, es donde Laura encuentra un camino hacia su cura30”. Además, para Del Águila, “su pronta mejoría prueba la existencia de un cierto relativismo entre la cura y la enfermedad31”.

17Entonces, la enfermedad y posterior fuga de Laura no solo ayuda a entender la afectación del discurso masculino en el sujeto femenino, sino que también, como veremos, evidencia la incompatibilidad del discurso moderno de explicar y controlar a la mujer y su función en la construcción nacional. Como se mencionó líneas arriba, Laura lanza un reto al doctor: ella podría pasar frente a él, vestida y acicalada, sin que lo reconociera. Él niega de inmediato esa posibilidad, pues su conocimiento médico le permitiría reconocer a una tísica bajo trajes opulentos. Para ocultar sus rasgos de enferma, viste con ropas propias de las jóvenes y enrumba al puerto del Callao. No obstante, en el camino, se cruza con el doctor, quien, en lugar de reconocerla y llevarla de nuevo a su lecho de muerte, la galantea con piropos. El desengaño de la ciencia médica hace posible su salida y la búsqueda de la vida en el peregrinar. En efecto, Laura contradice las indicaciones del doctor, pero va más allá de ello. No solo actúa contrariamente a lo prescrito, sino que nos revela las contradicciones del doctor cuando intenta dar cuenta de ella. Por un lado, el discurso científico sostiene la muerte de la enferma, ya que los síntomas que presenta la paciente anuncian que ella no está sanando, por lo que su fallecimiento se hace inminente. Por otro lado, gracias al ocultamiento de la enfermedad a través de la vestimenta, el mismo doctor la cataloga como un “cuerpecito de merengue” a quien “su forma extraña de caminar, su andar lánguido, le daba nueva gracia32”. Gorriti enfrenta estratégicamente las dos miradas para exponer la aporía del discurso masculino que intenta explicar el cuerpo de la mujer, ya que ambos relatos proponen ideas contradictorias entre sí.

La fuga y la sobreidentificación de la fantasía

18A partir de la escena de fuga que Laura realiza para escapar de Lima, atraviesa la fantasía de la construcción nacional, la cual se sostiene en los discursos de la ciencia, la modernidad y el progreso. Antes de explicar de qué manera esta escena traspasa la fantasía, es importante definir algunos conceptos. Con fantasía, según el psicoanálisis lacaniano, nos referimos la construcción imaginaria que realiza el sujeto para lidiar con un hecho enigmático. Es una respuesta que construye el sujeto para enfrentar una situación que desafía el desarrollo cotidiano de su realidad. Slavoj Žižek menciona que la fantasía

funge de soporte a nuestra “realidad”: una “ilusión” que estructura nuestras relaciones sociales afectivas, reales y por ello encubre un núcleo insoportable, real, imposible (conceptualizado por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe como “antagonismo”: una división social traumática que no se puede simbolizar)33.

19La fantasía, pues, no solo oculta una realidad insostenible o aterradora, sino que también promete alcanzar la armonía perdida. En tal sentido, el autor griego Yannis Stravakakis centra su estudio en el uso de la fantasía como propuesta utópica en el campo político, más estrictamente en los discursos nacionales. Sostiene que la realidad en la que vive el sujeto no es del todo armoniosa debido a la presencia de una o varias figuras en la que se concatenan todas las razones o temores que impiden la realización de la utopía nacional34. Para el caso peruano decimonónico, las disputas intelectuales entre liberales y conservadores sobre qué acciones tomar para construir la nación peruana representan claramente aquellos proyectos utópicos que buscaban alcanzar la armonía social peruana. Dentro de dicha construcción, la función de la mujer en los proyectos republicanos variaba según la postura ideológica. En todos los casos, ellas debían cumplir con el rol de madre y patriota, como educadoras de los futuros ciudadanos. La discusión residía, como hemos visto líneas atrás, en la posibilidad del estudio y cómo esto afectaba su función principal del ángel del hogar. En ese sentido, para algunos intelectuales, como Benicio Álamos Gonzáles, por ejemplo, que la mujer estudiase y se educase representaba una amenaza contra la construcción nacional, debido su posible masculinización. Asimismo, también se reflexionaba sobre los peligros de la lectura femenina y su posible perversión moral a través de ella35. Por supuesto, el discurso médico validaba muchas veces aquellas percepciones sobre la mujer, vista por los hombres como el bello sexo. Este peligro latente de la mujer lectora e ilustrada en la construcción nacional era el discurso que impedía su desarrollo en el campo económico, intelectual, laboral y social. Si la mujer estudiaba o se educaba, su cuerpo se virilizaba y producía el nacimiento de más niños que niñas, lo que afectaba la armonía del control de natalidad. Si no se controlaba sus lecturas y aprendía inmoralidades a través de la literatura, se corría el riesgo de que los hijos fueran erróneamente instruidos en valores y carecieran de ciudadanía y moralidad. Justamente, Gorriti construye una narrativa en la novela contraria a toda esta orquestación discursiva que oprimía a la mujer y limitaba su desarrollo social.

20La escena de la fuga interesa harto porque muestra, desde los inicios de la novela, el atravesamiento de la fantasía nacional, que impedía el desarrollo de las mujeres en la construcción de la nación, mediante la sobreidentificación. Este concepto es definido por Slavoj Žižek como “la posibilidad de socavar el poder que un fantasma ejerce sobre nosotros […], esto es, reuniendo dentro de un mismo espacio la profusión de elementos fantasmáticos contradictorios36”. En otras palabras, se puede mostrar que cada sujeto está envuelto en su fantasía a través de las inconsistencias que este oculta. Ante ello, sostengo que Laura logra esta sobreidentificación justo antes de salir de Lima. En un primer momento, el médico, a través del discurso científico, sentencia a la tísica como muerta en vida debido a los malos síntomas que presenta. No obstante, el médico, cuando transita por el espacio público, no la reconoce. Todo lo contrario, en sintonía con la idea de la mujer como el bello sexo, ensalza la rara hermosura de la protagonista e incluso la piropea: “¡Paso a la belleza a la gracia! No se asuste la hermosa, que yo no soy el coco, sino un rendido admirador37”. En esta escena, Laura logra poner frente a frente los discursos que simbolizan a la mujer y, precisamente, muestra la contradicción, la imposibilidad de relacionar ambos discursos al dar cuenta de ella: se logra atravesar la fantasía a través de la manifestación de una aporía, vale decir, la exaltación de la belleza de una mujer por el mismo médico que previamente la había sentenciado a muerte. Con ello, no queremos decir que una mujer bella no pueda estar enferma. En efecto, la literatura romántica decimonónica embellecía a los personajes a través de la tuberculosis38. Lo que se quiere hacer notar en esta escena es que la doble percepción inviable que un mismo sujeto realiza sobre Laura socava la credibilidad del discurso médico en la que la nación se sostiene para controlar y supervisar el cuerpo femenino. En un primer momento, los anhelos de belleza que la protagonista enuncia representan para el médico síntomas de muerte. Sin embargo, cuando estos se concretan y Laura se encuentra fuera del espacio privado, el doctor no reconoce a su enferma ni relaciona la belleza con su enfermedad, sino exalta su hermosura a través de piropos. De esta forma, Laura pone en tela de juicio los discursos que buscan explicar la singularidad femenina al ridiculizar las conclusiones opuestas e inconsistentes que buscan aprehenderla y catalogarla. Gorriti inicia la novela demostrando que la fantasía decimonónica nacional es un discurso contradictorio que limita el papel femenino en su construcción.

21Sin embargo, también interesa notar la estrategia que emplea Laura para salir airosa del encierro doméstico e iniciar al tan anhelado viaje. Interesa, porque representa la poética que emplea Gorriti en la construcción de su narrativa. En una carta escrita a Ricardo Palma, Gorriti opina sobre la novela de Mercedes Cabello, Blanca Sol, lo siguiente: “Yo no me canso de predicarles que el mal no debe pintarse con lodo sino con nieblas. El lodo hiede, y ofende, tanto al que lo maneja, como a quien lo recibe39”. La propuesta de Gorriti sostiene una crítica velada y sutil sobre los males que corrompen a la sociedad. Ya ha anotado Francesca Denegri que el uso de la palabra peregrinaciones en el título es una estrategia de la autora para ocultar la destreza del relato de un género claramente masculino:

Las mujeres se verán compelidas a adoptar sistemáticamente la máscara de la religiosidad para legitimar su presencia en la literatura de viajes. […] el alma triste –etérea, inmaterial y que trasciende a las particularidades de la historia y sus actores– se construye en oposición al narrador racionalista y poseedor del saber utilitario que caracteriza al autor40.

22Así como el uso de una práctica religiosa en el título de la novela enmarca la fuga de la protagonista en una acción aceptada socialmente para las mujeres, lo que impide cuestionar la actitud claramente transgresora ante el mandato médico, Laura también emplea una estrategia que enmascara su escape de la reclusión. El maquillaje que utiliza permite que se proyecte en ella la fantasía masculina y logra salir de las garras del médico. Por ello, Laura, quien conoce de antemano la construcción identitaria masculina atravesada por los diversos discursos decimonónicos que consideran a la mujer como el “bello sexo”, los usa para escapar estratégicamente de su encierro sin ser percibida y, al mismo tiempo, muestra la inconsistencia de dichos relatos, pues sostienen conclusiones opuestas del mismo sujeto.

Bibliographie

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Notes

1 Beatriz Ferrús Antón, Mujer y literatura de viajes en el siglo xix: entre España y las Américas, Valencia, Universitat de Valencia, 2011, p. 14.

2 Gerardo Damonte Valencia, Construyendo territorios. Narrativas territoriales aymaras contemporáneas, Lima, GRADE-CLACSO, 2011, p. 19.

3 En este punto, Carlos Sahuenza sostiene que el viaje de las mujeres “se transformaba en un gesto de ruptura, aunque también en un momento de hallazgos”. Carlos Sahuenza, “Viajeras en América Latina durante el siglo xix. ¿Peregrinaciones transgresoras?”, en Carmen Mc Evoy y Ana María Stuven (dir.), La república peregrina. Hombres de armas y letras en América del Sur, 1800-1884, Lima, IEP-IFEA, 2007, p. 378.

4 Juana Manuela Gorriti, Peregrinaciones de un alma triste, Buenos Aires, Stockcero, 2006, p. 6.

5 Ibid., p. 9.

6 Para una revisión del estado de cuestión de la escena descrita, véase los siguientes textos: Francine Masiello, Entra la civilización y barbarie; Francesca, Denegri, El abanico y la cigarrera: la primera generación de mujeres ilustradas en el Perú; Graciela Batticuore, El taller de la escritora; Mariana Juana Sulca Muñoz, Juana Manuela Gorriti y las mascaradas de la femineidad; Vanessa Miseres, Trazos de nación: mujeres viajeras y discurso nacional en Latinoamérica (1830-1910); Rocío Del Águila, Mujer, nación e identidad en la narrativa de Juana Manuela Gorriti y Clorinda Matto de Turner; Vera Lucía Wurst Giusti, Lo velado de las veladas literarias de Juana Manuela Gorriti: la construcción del sujeto femenino en el siglo xix.

7 Francesca, Denegri, “El peligro de quedarse para tías. Mujer y universidad en el Perú, 1876-1896”, en Miguel Giusti y Rafael Sánchez-Concha, Universidad y nación, Lima, Fondo Editorial de la PUCP, 2013, p. 238.

8 Claudia Rosas, “Jaque a la dama. La imagen de la mujer en la prensa limeña de fines del siglo xviii”, en Margarita Zegarra F. (dir.), Mujeres y género en la Historia del Perú, Lima, 1999, p. 145.

9 Graciela Batticuore, El taller de la escritora. Veladas Literarias de Juana Manuela Gorriti: Lima-Buenos Aires (1876-1892), Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1999, p. 32.

10 Ibid., p. 22.

11 Abel de la Encarnación Delgado, “La educación social de la mujer”, en Juana Manuela Gorriti, Las Veladas Literarias de Lima, 1876-1877, Buenos Aires, Imprenta Europea, 1892, p. 32.

12 Ibid., p. 33.

13 Carolina Freire de Jaimes, “Flora Tristán: Apuntes sobre su vida y sus obras”, en Club Literario de Lima, Anales de la sección de Literatura. Segundo año. 1875-1876, Lima, Imprenta del Universo, 1876, p. 14.

14 Ibid., p. 18.

15 Ibid., p. 14-15.

16 Francine Masiello, Entre la civilización civilización y barbarie. Mujeres, nación y cultura literaria en la Argentina moderna, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1997. p. 120.

17 Rocío Del Águila, Mujer, nación e identidad en la narrativa de Juana Manuela Gorriti y Clorinda Matto de Turner, Tesis de doctorado en Spanish and Portuguese, Texas, University of Texas at Austin, 2011, p. 42.

18 Ver: Mara Viveros, “Saberes y dolores secretos. Mujeres, salud e identidad”; Luz Gabriela Arango, Magdalena León y Mara Viveros (comp.), Género e identidad en el Perú; María Mannarelli, Limpias y modernas, Género, higiene y cultura en la Lima del novecientos.

19 Benicio Álamos Gonzáles, “Enseñanza superior de la mujer”, en Juana Manuela Gorriti, Las Veladas Literarias de Lima, 1876-1877, Buenos Aires, Imprenta Europea, 1892, p. 371.

20 Francesca, Denegri, “El peligro de quedarse para tías. Mujer y universidad en el Perú, 1876-1896”, en Miguel Giusti y Rafael Sánchez-Concha, Universidad y nación, Lima, Fondo Editorial de la PUCP, 2013, p. 238 y 249.

21 Rocío Del Águila, op. cit., p. 33.

22 Juana Manuela Gorriti, Peregrinaciones de un alma triste, Buenos Aires, Stockcero, 2006, p. 7.

23 Alicia Del Águila, Los velos y las pieles: cuerpo, género y reordenamiento social en el Perú republicano (Lima, 1822-1872), Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2003, p. 144.

24 Ibid., p. 142-144.

25 Susan Sontag, La enfermedad y sus metáforas, Barcelona, De Bolsillo, 2014, p. 32.

26 Juana Manuela Gorriti, op. cit., p. 14.

27 Ibid., p. 2.

28 Clorinda Matto de Turner, Herencia, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1974, p. 212.

29 Rocío Del Águila, op. cit., p. 52.

30 Vanessa Miseres, Trazos de nación: mujeres viajeras y discurso nacional en Latinoamérica (1830-1910), Tesis de doctorado en Spanish, Tennessee, Faculty of the Graduate School of Vanderbilt University, 2010, p. 169.

31 Rocío Del Águila, Mujer, op. cit., p. 40.

32 Juana Manuela Gorriti, op. cit., p. 9.

33 Slavoj Žižek, El sublime objeto de la ideología, México D. F., Siglo Veintiuno Editores, 2012, p. 76.

34 Yannis Stravakakis, Lacan y lo político, Buenos Aires, Prometeo libros, 2007, p. 145-174.

35 Graciela Batticuore, op. cit., p. 75.

36 Slavoj Žižek, El acoso de las fantasías, México, Siglo Veintiuno Editores, 2011, p. 64.

37 Juana Manuela Gorriti, op. cit., p. 9.

38 Susan Sontag, op. cit., p. 26.

39 Graciela Batticuore, Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma, Lima, Universidad de San Martín de Porres, 2004, p. 56.

40 Francesca Denegri, “Las parias que pudieron hablar: las peregrinaciones de Flora Tristán y Juana Manuela Gorriti”, en Yan Carlos Gavilán Sierra, y otros (comp.), Esencia de la palabra. VII Congreso Nacional Lingüístico Literario 2010 ‘Ricardo González Vigil’, Lima, Editorial Pasacalle y VII CONALL 2010, 2011, p. 49.

Pour citer ce document

Carlos Torres Astocóndor, « “Bajo la doble sombra del velo y el abanico”: La sobreidentificación de la fantasía nacional en Peregrinaciones de una alma triste (1876) de Juana Manuela Gorriti » dans «  », « Travaux et documents hispaniques », n° 10, 2019 Licence Creative Commons
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Quelques mots à propos de :  Carlos Torres Astocóndor

Pontificia Universidad Católica del Perú
Carlos Torres Astocóndor es magíster en Literatura Hispanoamericana por la Pontificia Universidad Católica del Perú y bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Federico Villarreal. Es miembro de la Red Interdisciplinaria de Estudios Latinoamericanos del siglo xix (RIEL XIX). Sus intereses se centran en la literatura de viajes, particularmente durante el siglo xix en Latinoamérica.